¡Al fin por todos los santos!, cumpliendo aquello de que Dios tarda pero nunca olvida, la Revolución nos dice lo que es el “Socialismo del Siglo XXI”, tal definición se encuentra en el último párrafo del Articulo 4 del Proyecto de Ley de las Comunas, el cual reza: “Es un modo de relaciones sociales de producción centrado en la convivencia solidaria y la satisfacción de necesidades materiales e intangibles de toda la sociedad, que tiene como base fundamental la recuperación del valor del trabajo como productor de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas y lograr la suprema felicidad social y el desarrollo humano integral. Para ello es necesario el desarrollo de la propiedad social sobre los factores y medios de producción básicos y estratégicos que permita que todas las familias y los ciudadanos y ciudadanas venezolanos y venezolanas posean, usen y disfruten de su patrimonio o propiedad individual o familiar, y ejerzan el pleno goce de sus derechos económicos, sociales, políticos y culturales”, mas claro no puede cantar ese gallo, el Socialismo del Siglo XXI no compagina con la empresa privada, sino con la “propiedad social” y todo lo que se necesite producir se hará de manera colectiva para el bienestar de todo el mundo sin acumulación de capital.
Pero no todo queda allí, resulta ser que la hermana de la Ley de las Comunas, es decir la Ley de la Economía Comunal, plantea en el Articulo 5 en su definición del Modelo Productivo Socialista la eliminación de la “división del trabajo” del modelo capitalista, por lo que entonces dicha ley acaba con los 230 años de las enseñanzas de Adam Smith, quien había sostenido en 1776 que la división del trabajo aumentaba la productividad. Smith demostró tal cosa en su afamado ejemplo de la fabrica de alfileres, donde solo dividiendo el trabajo se aumentaría la productividad de la empresa. Así las cosas, quien fue conocido posteriormente como el Padre de la Economía, determinó que un trabajador se debía especializar en cargar el alambre, otro en estirarlo, un tercero en enderezarlo, un cuarto en córtalo en tro¬zos iguales, otro le haría la punta, otro lo limaba el extremo donde se iba a colocar la cabeza, cuya con¬fección de esta requería al menos dos o tres operaciones distintas, así como también era necesario otra persona para esmaltar el alfiler, entre otras actividades de la elaboración del producto, en total, Smith dividió en 18 operaciones distintas la fabricación de alfileres y según sus cálculos por mucho que se esforzaran 10 trabajadores en una fábrica no especializados, donde cada quien hiciera lo que le viniera en gana como mejor le parecía para hacer el alfiler, a lo sumo lo que podrían hacer entre todos, diariamente, sería unas doce libras de alfileres, teniendo en cada libra más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano, en cambio con el trabajo dividido y cada uno de ellos dedicado a una tarea especifica, las mismas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de cuarenta y ocho mil alfileres!, pero los revolucionarios no entienden eso, y van a demostrar al igual que lo hizo la mente brillante de John Nash que Smith estaba equivocado, por lo que entonces ya suenan algunos nombres venezolanos para optar al permio Nobel de Economía como Nash.
El otro punto interesante del Socialismo del Siglo XXI, es lo de la “ética”, estrictamente necesaria para pertenecer a una organización socioproductiva dentro de la comuna como lo plantea el Articulo 16, ordinal 4 del Proyecto de la Ley de Economía Comunal, reafirmada en el Articulo 17 del ordinal 3 ejusdem, en donde se plantea que entre los deberes de los miembros de una organización socioproductiva es, rodilla en tierra, “promover la disciplina y ética revolucionaria”, por lo que este servidor entonces queda por fuera en todo el proceso.
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