Todo comenzó el 12 de julio del 2006, cuando el entonces Ministro de Finanzas Nelson Merentes, hoy presidente del Banco Central, sostuvo de manera publica y notoria, que le había vendido al sistema financiero nacional mas de US$ 2.300 millones de los bonos argentinos que había recientemente adquirido la República, “ la ganancia obtenida en un año por la venta de tales bonos a 33 instituciones financieras del país ha sido de US$ 200 millones”, había dicho la calva con bigotes. Pero el cuento se trataba, de que Merentes, no le vendió los bonos a la banca a Bs.2,15, si no al tipo de cambio paralelo para la fecha de unos Bs. 2,60/US$ aproximadamente, la transacción de hecho nunca se registró en la Memoria del ministerio de ese año. Luego vendría la nacionalización de la CANTV, que sacaba de Wall Street a la única empresa venezolana que cotizaba sus acciones en la Bolsa de New York, por lo que se terminaba con lo que se conoció como el dólar-CANTV, una alternativa de buscar dólares no oficiales. El mecanismo era comprar 7 acciones de la telefónica y cambiarla por un ADR en la ciudad de los rascacielos, cuya división estipulaba una permuta también cerca de Bs. 2,60/US$, todo lo cual desespero la búsqueda de dólares en el país.
Posteriormente, vinieron los US$ 7.500 millones de bonos PDVSA en abril 2007, donde por vez primera se invitaba al público a la adquisición de dólares a través de la compra de bonos en bolívares, en aquella oportunidad la idea era bajar la liquidez monetaria circulante en el país para reducir inflación. La emisión de los bonos, fue con una prima sobre el valor nominal a 105,5%, lo que significaba que la gente iba a adquirir los bonos en dólares a un tipo de cambio de de 4,41 = (2,15 x 1,055 + 2,15), pero los urgidos de dólares tenían que venderlos a los intermediarios financieros (casas de bolsas, bancos) para obtener el efectivo, algo que tenían que hacer rápido, ya que el bono comenzó a desplomarse en el mercado internacional. Así las cosas, si el bono se cotizaba a 90% de su valor, el intermediario compraría el bono al cliente en US$ 900, luego el intermediario se volteaba para Wall Street y vendía sus bonos de US$ 1.000 a 85% de su valor, con esto adquiría US$ 850 dólares en efectivo que después metería en el mercado permuta cuando este tuviera alto, por eso cuando los PDV se hunden en el mercado, el permuta alcanza niveles históricos, y solo se calmaba cuando Cadivi aflojaba divisas. Pero debemos decir que la liquidez monetaria circulante no se movió ni un ápice durante la compra de los bonos PDV, a la final estos fueron asignados a la nueva poderosa boliburguesía del país. La misma operación de los PDV ocurriría con la emisión de los US$ 1.000 millones de El Venezolano I y II de noviembre de 2007, la dosis fue la misma.
El permuta alcanzó entonces niveles alarmantes, que incidía básicamente en los niveles de inflación, nadie que consiguiera un dólar en la calle se lo vendería al BCV al tipo de cambio oficial, mucha gente incluso vendió su cupo de US$ 5.000 de la tarjeta de crédito para viajeros para obtener una ganancia que daba el mercado paralelo. El Gobierno quiso intervenir, reformuló la Ley de Ilícitos Cambiarios a finales de ese año, prohibiéndose que se hablara públicamente de la cotización del permuta, pero lo prohibido siempre lo busca la gente. También fue público y notorio, que en el primer trimestre de 2008, el entonces Ministro de Finanzas, hoy actual Gobernador de Estado Aragua, Rafael Isea, anunciara la venta de las notas estructuradas en dólares del Foden, pero no se las vendió al Banco Central al tipo de cambio de Bs. 2,15/US$ como era su deber, sino al sistema financiero del país, a un tipo de cambio no oficial como ya lo había hecho Merentes en sus inicios, estos, lo metieron luego al permuta, aquí el propio gobierno era quien estipulaba al paralelo. De esta manera, ahora el “innombrable” nunca bajara porque representa en estos momentos un negocio redondo para los intermediarios, en complicidad con el gobierno que utilizan al público para sus malhechorías. Mucha gente acusa a la propia PDVSA de vender sus dólares en ese mercado, puesto que con la reforma de la Ley de BCV de junio de 2005, PDVSA no le entrega al Ente Emisor todos los dólares producto de las exportaciones de petróleo, todo lo cual ha formado entre casas de bolsa, banca, gobierno y PDVSA una mafia de traficantes de bonos venezolanos.
Este lavado de bonos, es imparable, se aplicó la misma dosis a los US$ 3.000 millones de los Bonos Soberanos 2023 y 2028 de abril del pasado año, recientemente fue aplicado a los US$ 3.000 millones de los Petrobonos 2011, y aún con más descaró con los actuales US$ 5.000 millones de los Soberanos 2019 y 2024, y los que vienen ya anunciados. En tan así, que la prima de la ultima emisión es de un promedio de 137%, lo que hace que las casa de bolsas compren a sus clientes como a Bs. 4,70 lo que llaman el “cambio implícito”, pero el negocio radica en que luego el bono se le compra al cliente a 65% de su valor, para ellos venderlos en el mercado internacional a 75%, luego van al permuta, así obtienen jugosas ganancias, todo ocurre ante los ojos del Gobierno.
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