Nunca nos
cansaremos de decirlo hasta que el actual presidente del Banco Central nos
demande y se abra el esperado debate público, en torno a aquella fraudulenta operación de
recompra que hizo Merentes a mediados de 2006 de los últimos US$ 3.800 millones
de bonos Brady que quedaban, donde la nación tuvo pérdidas por más de US$ 800 millones, mientras que él se
beneficiaba grandilocuentemente, puesto que tales bonos tenían una garantía de
pago a la fecha de su vencimiento en el año 2020 llamada “colaterales”, que se
había hecho en diciembre de 1990 durante su emisión originaria, lo cual no era
más que un Bono Cero Cupón (BCC) que se había comprado cuando se realizó aquel plan,
cuya recapitalización de
intereses por 30 años “prepagaba” por si sola esa deuda, por tanto, cuando
Merentes hizo la recompra en el año 2006
a la república se le tenía que devolver la recapitalización de ese
bono entre 1990 y el año 2006. En esa
oportunidad, y así lo dejó plasmado en la página 21 de la Memoria del
Ministerio de Finanzas de ese año, el Kinomatemático sostuvo que tales
“colaterales liberados” por US$
2.266 millones eran un activo para la república,
que fueron reseñados como ingresos extraordinarios para la nación, y utilizados como parte para “el pago de servicio de la
deuda externa”.
Pero esta recapitalización de 16 años del BCC por US$
2.266 millones al momento de la recompra, que llegaron a utilizarse
“supuestamente” para pagar parte de la deuda externa de 2006, fueron al
mismo tiempo fraudulentamente registrados al final de ese año en la cuenta: “Activos Diversos en
Divisas” del BCV por un total de ¡US$ 2.163 millones!,
específicamente anotados como “Colaterales del Refinanciamiento Plan Financiero
1990”, desde donde extrañamente se siguió “recapitalizando”, para llegar al
segundo semestre 2008 a US$ 3.299 millones, con la salvedad que en la Nota a los Estados Financieros del BCV de esa
cuenta en ese periodo, le cambiaron el nombre y la denominaron “Bono Cero
Cupón”. En este contexto, Merentes tuvo la “mala leche” de que lo nombraran
bodeguero presidente del BCV, y ahora tendría que explicar en este gobierno o
en otro, ¿cómo era posible que unos
reales que él había destinado para el pago del servicio de la deuda externa en
el año 2006, siguieran contabilizándose
en el instituto que preside como
Activos de Divisas?, todo un cuento echado que usted puede contemplar con lujos
de detalle en el libro “La Piedra de Sísifo”.
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