Imagínense por un momento que Edmée
Betancourt, viaje a Estados Unidos y decida soltar el yoyo sobre todo lo que
encontró de su pasantía de tres meses
como presidenta de la Bodega Central, que creen ustedes que pasaría, pues que
rápidamente el gobierno de Venezuela pediría su extradición y la comenzaría a
tratar como traidora y criminal de la patria, y lo peor del caso es que el
gobierno tendría razón. Así las cosas, el artículo 39 de la Ley vigente de la
BCV sostiene que el “personal del Banco
Central de Venezuela, aun cuando hubiera cesado en sus funciones, debe guardar
secreto de las informaciones reservadas y confidenciales de las que pudiera
tener conocimiento. La infracción de dicho deber se sancionará, en el caso de
los funcionarios y empleados del Banco, de acuerdo con lo que disponga el
Estatuto de Personal de la Institución, el cual sostiene en su artículo 127 una
sanción de pago de 4.000 unidades tributarias (Bs. 428.000) sin menoscabo de
otras responsabilidades civiles y penales que pudieran tener.
Del mismo modo, el artículo 40 de la ley
de la BCV sostiene que el Directorio de la institución podrá clasificar determinada
información como secreta o confidencial, cuando de la divulgación o
conocimiento público anticipado de las actuaciones sobre política monetaria, fiscal
o financiera, pudieren derivarse perjuicios para los intereses generales (como
por ejemplo la emisión descarada de dinero inorgánico para gastos de campañas
electorales), y los únicos que tendrían derecho a esa información clasificada
sería los miembros de las comisiones de la Asamblea Nacional, aunque el 92
ejusdem establece que el único que puede recibir esa información en la
actualidad sería el Dios dao de Cabello, quien decidirá su difusión o no, entre
otros diputados que a su vez, tienen la obligación de guardar el secreto. Esto fue exactamente lo
que pasó con Snowden, quien firmó muchos papeles para guardar “secretos de
Estado” del cual tuvo conocimiento, pero al tipo se le fue el yoyo, se fue a
Rusia y ahorita es perseguido por el
imperio como traidor a la patria y vino de safrisco el gobierno de Venezuela a
ofrecerle asilo.
Ahora, ¿qué pasaría con la Betancourt si
decidera hablar en franca violación con las leyes antes mencionadas, y el
gobierno norteamericano le ofreciera asilo, que es lo mismo que le pasó a
Snowden?, por eso señores revolucionarios reza el dicho que todo aquel que
escupe pa´ arriba, la saliva le cae en la cara!!!, así que dejen la bobería con
el caso Snowden, aquí la pregunta interesante sería que sabe la Betancourt más
allá de su condena personal en prejuicio de todo un país, ¿eso vale Bs.
428.000?, la Betancourt, no hablará y será una de las tantas y tantos
responsables de la hecatombe que cada día está más cerca, antes ni lo hacía,
ahora menos!
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