Amo la
historia porque soy profesor de ella y me fascina mucho el cine, siempre había
añorado la idea de ser director apoyando siempre al cine nacional, en ese campo
apenas tengo un Cortometraje que escribí y dirigí: Un hombre de bien, pero en el otro lado de mi vida acabo de
defender mi tesis como Doctor en Ciencias Sociales, así que en esta
oportunidad hablaré de la película Libertador
de Alberto Arvelo más como un científico social que como un amante de cine
debido al gran fraude histórico que esta
representa.
En las
primeras de cambio me incomodó mucho ver esa historia tergiversada con Simón
Rodríguez, más aún cuando acabo de registrar ante el Sistema de Automatización
de Propiedad Intelectual (SAPI) del Ministerio de Poder Popular para el
Comercio, un guión sobre este importante personaje no sólo para Bolívar, sino
para el bienestar educativo de este país. La escritura está basada en la obra
de gran maestro especialista en Rodríguez, Antonio Pérez Esclarín llamado: “Se
llamaba Simón Rodríguez”. Así las cosas, es muy molesto ver en la película de
Arvelo, a Simón Rodríguez conversando con María Teresa del Toro, cuando este había
salido de Venezuela en 1797 para nunca más regresar a tierra venezolana en
vida, en la escena del comedor con Monteverde lo que le falta a Arvelo es que María de los Santos Ronco, esposa de
Rodríguez, estuvieran conversando sobre algún tejido con María Teresa. Esta es
una de las tantas pruebas que existe que el maestro del Libertador jamás
regresó a Venezuela, no iba regresar a tierras venezolanas sin ver a su amada
esposa, ella siempre lo esperó, de hecho el 23 de agosto de 1823, año en que se
cree Rodríguez regresa a América, le
escribe una carta al propio Libertador agradeciéndole una ayuda monetaria y esperando que sin que le sirva de molestia le dé un recuerdo de su parte.
Bolívar y su
maestro se encuentran en Viena en 1804, y es allí donde el joven caraqueño muy
afligido le echa todo el cuento de su esposa fallecida, y es de allí donde
Rodríguez paseándolo por Lyon, los Alpes
Franceses, Milán y Roma, es que lo convence de la gesta independentista -eso no
nació en Caracas como lo quiere hacer ver
la película-, algo que termina como
todos sabemos en el Monte Sacro con el famoso juramento que obvia el film, tal
vez porque lo han hecho muchos actores, pero una cosa es que lo haga cualquiera
y otra cosa es que lo haga nuestro gran Edgar Ramírez, nos perdimos esa por la
negligencia de un director que subestimó al gran actor que tenía por delante. En este
sentido son magistrales las actuaciones de Edgar cuando ya como Libertador se
encuentra con su mamá Hipólita y cuando se entera de la muerte de Sucre, es
allí donde el hijo de La Chata demuestra
porque estuvo nominado al lado de Al Pacino en los Globos de Oro de
2012, así que no hacer lo del juramento
del Monte Sacro desde el punto de vista cinematográfico con el actor que se contaba es simplemente imperdonable.
Pero el
subterfugio escrito por Timothy Sexton, guionista de la película a quien por mi
debida ignorancia desconozco por completo que otra cosa haya escrito en su vida,
continúa, colocando a un Bolívar de regreso luego de la caída de la Primera
República como un guerrillero estilo Che Guevara en Colombia como sostiene
Tomas Straka, peleando al lado de indígenas, quitándole al Libertador su
primera gran estrategia propia como gran militar. El caso es que Bolívar luego del Manifiesto de Cartagena de
1812 se encuentra asignado en Barrancas, allí entrenó tropas, y con apenas 200
hombres desobedeció las órdenes de Pierre Labbaut de permanecer inactivo, tomando a sangre y
fuego por río Tenerife donde reposaban las fuerzas realistas para luego avanzar
y expulsar a los españoles del Alto Magdalena. En esta etapa que se conoce como
el inicio de la Segunda República me quedé como novia e pueblo esperando que
Edgar me declamara una de las asonadas
militares más importantes de Bolívar como lo fue el Decreto de Guerra a Muerte
de 1813 en Trujillo que le dio un cambio de rumbo a la guerra.
Preparándose
para otra gran estrategia militar como fue el Paso de los Andes, no sé qué hace
Páez en la famosa reunión en que se decide tal cosa, según Indalecio Liévano
Aguirre, uno de los mejores biógrafos de Bolívar, sostiene que en esa decisiva
reunión estaban Soublette, Anzoátegui, Briceño Méndez, Plaza, Rooke y Rangel.
Páez quien lo caracteriza ese tremendo actor venezolano Juvel Vielma (Taita
Boves de Lamata, 2010), no es nadie sin la Batalla de Carabobo, el Centauro de
los Llanos solo aparece en la película saludando a Bolívar y burlándose de la
gesta del Paso de los Andes, increíble. Aquí es bueno recordar que el paso por
los Andes se hizo por una vereda del Páramo de Pisba a más de 4.000 metros de
altura y eso no lo dicen en la película, eso sí es una cosa magistral que hace
Arvelo, ver al ejercito libertador pasando por allí, aunque no está una escena
real de la cual fue testigo O´Leary,
donde una mujer parió y al día siguiente avanzaba con su bebé en brazos entre la densa nieve y
el frío, esta escena al igual que la Batalla de Boyacá de 1819, creo, porque no
colocan el debido insert son dos
momentos buenos de la película tiradas a la basura por la adulteración
histórica de la cual venimos hablando.
Esa escena de
que Bolívar no quería negociar nada con el banquero, es otra payasada, para la
gesta independentista se necesitaban, fusiles, municiones, cañones, balas, barcos,
caballos, espadas, todo eso cuesta dinero, de donde salió la plata. Vean: La
deuda externa de la Gran Colombia se
inició en 1816, cuando algunos financistas y comerciantes británicos
suministraron al Libertador, los recursos necesarios para emprender su expedición a Angostura. Más tarde, después
de la batalla de Boyacá, el propio Bolívar comisionó a Inglaterra a Francisco
Antonio Zea, la contratación de un
empréstito por £ 547.783 para saldar los
reclamos pendientes de la guerra, y
luego el propio Zea negociaría otro empréstito por £ 2.000.000 llevado a cabo también en Inglaterra con los señores Harring, Graham
y Powles, mediante este empréstito se cancelaría la deuda anterior de £
547.783. Por si fuera poco, en junio de
1823 el Gobierno de la Gran Colombia autorizó a Manuel Antonio Arrublas y Francisco
Montoya a contratar otro empréstito con los señores Baily A. Goldschmidt & Co., por £
4.750.000, entonces ¿qué era lo que no quería negociar Bolívar señor Sexton?
Y la marramucia
final, la tesis de asesinato de Bolívar, imperdonable de nuevo, creer en esa
tesis es no creer que existió Alejandro
Próspero Révérend, es desechar por completo los 33 informes que escribió esa
persona que atendió a Bolívar que sin ser médico, le practicó diligentemente lo que hoy llamaríamos medicina
empírica. Révérend diagnosticó depresión, inquietud y pulmones dañados al
Libertador desde el primer instante en que lo vio debido a la fuerte tos y la expectoración
verdosa abundante que presentaba Bolívar, incluso ya antes de llegar a Santa Marta, en Bucaramanga el Dr. Moore lo había recetado
ante unos impertinentes vómitos. Si creemos en la tesis del asesinato nada de
esto existe, como tampoco existió el Dr.
Night, médico norteamericano de la Fragata de Guerra Grampus, que se encontraba
en Santa Marta quien también atendió a Bolívar, su diagnóstico fue el de
paludismo crónico, y coincidía con Révérend en el mal estado en que se
encontraba El Libertador, dolor de pecho,
insomnio, fiebre e hipo, a diferencia de esto el Bolívar de Arvelo
muestra a un Edgar Ramírez de pie sin ni siquiera estar espelucado, faltándolo
solo la S de Superman en el pecho, esto lo hicieron como dice la historiadora
Inés Quintero porque Bolívar tenía que morir de pie, sin embargo tendiendo un
gran actor los venezolanos perdimos la oportunidad de ver en pantalla
grande algo que nunca se ha visto, la
agonía del Libertador en el lecho de su muerte, dígame la parte que muy bien
pudo haber hecho el hijo de La Chata cuando Bolívar no podía ni orinar.
Esa estúpida
teoría del asesinato borra también por completo la carta que el propio Bolívar
le escribió a su prima Fanny fechada el 6 de diciembre en Santa Marta,
allí en su lecho de muerte le dice a su
amada prima: ¡Ha llegado la hora! ¡Guau te las hubieras comido Edgar conmigo si
te hubiera dirigido! Bolívar pensando que Fanny no le reconocería la letra
escribe: “Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo
despiadado la realidad de este supremo instante”, agregando: “Muero miserable,
proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un
inmenso dolor; presa de infinitas amarguras”, ¿quién quería matar a Bolívar en
tales circunstancias? ¿Quién?, ¿Quién le dispara un balazo a un muerto? como
quiere hacer entrever la película. Y volvemos a la actuación negada de Edgar
cuando Bolívar dice: ¡Adiós, Fanny, todo ha terminado!, o cuando en su últimas
palabras el Libertador dice: ¡Vámonos, vámonos esta gente no nos quiere!, se
imaginan los ojos de Edgar cerrándose llevándose con él a nuestro Libertador,
lágrimas en el publico señores, ¡volvió a morir Bolívar!, era lo que tenía que
comentar la gente, no la duda ¿a Bolívar lo asesinaron de verdad?
Révérend
autopsió, embalsamó y 12 años después exhumó al Libertador y tomó la calcificación
pulmonar, producto de la tuberculosis, obtenida del órgano de Bolívar al momento de efectuarle la autopsia, ese
nódulo es el que reposa en el segundo piso de la Casa Natal del Libertador.
¿Qué se hizo hacer con ese estúpido final?, darle la razón al difunto Chávez quien ridículamente estaba empeñado en
sostener bajo ninguna prueba que Bolívar había sido asesinado, aquí se gastaron US$ 50
millones para este gran fraude histórico, por eso razón tiene Straka cuando
sostiene que esta película es mucho más gobiernera que el “Bolívar, el hombre
de la dificultades” de Lamata, esta al
menos estuvo mucho más apegada a la historia, pero la insoportable actuación de
Roque Valero como luego lo fue su preferencia política destruyeron el film. Es muy triste para mí sentir que lo pudo haber
sido la mejor película del cine nacional terminara de esa forma, y como vemos
la mejor película de Bolívar aún no se ha hecho.